La previsible desazón en los sectores más conservadores contrasta con la alegría y la esperanza de los que quieren que las cosas cambien, que ven en esta revolución a orillas del Egeo como un primer paso para acabar con el bipartidismo que también nos pudre a nosotros. Por una vez, lo que triunfa es el optimismo. O triunfaba, ya que un dato, una simple cifra, derribó de golpe todo el castillo que tan sólidamente había edificado sus cimientos en el aire. Y sólo un par de días después de vencer los comicios, sin que les haya dado tiempo a hacer nada. Bueno, algo sí han hecho, y no tiene mala pinta, pero al lado de la calamidad posterior, no le interesa a nadie.
¿Cuál es su delito? ¿Cuál es el horrible pecado que condena a Alexis Tsipras y compañía, tú también, hijo mío, al más oscuro y tenebroso de los infiernos reservados a los peores traidores del progresismo? Agárrate: ha tenido la desfachatez de nombrar un gabinete de 10 ministros. En este caso el masculino no funciona como genérico: no hay una sola mujer. Es un ultraje inaceptable que margina a la mitad de la población (algo más del 51%, según los censos), en un alarde de machismo que perpetúa el régimen falocrático y contraviene todos los principios de igualdad y equidad. Un ataque a la democracia en toda regla, vamos. Tal hembricido discriminatorio relega a Syriza a la condición de más de lo mismo e invalida cualquier logro que puedan conseguir.
Cuidado con lo que pides, que luego pasa esto |
Esos mejores pueden ser diez hombres, como pueden ser diez mujeres, o mitad y mitad, o cualquier otra proporción. Da absolutamente igual, puesto que, salvo en la Italia berlusconiana, no se gobierna con la entrepierna, sino con la cabeza (la de arriba). Quien llega hasta ahí lo hace, o lo debería hacer, porque es válido para el puesto, corruptelas y trapicheos internos al margen, no por lo que ponga en su DNI. En un asunto tan delicado como la gestión de un país, escoger a los mandatarios por motivos de cuotas demográficas no sólo es absurdo, sino también peligroso. En la misma Grecia, por ejemplo, un 14 y pico por ciento de la población tiene menos de 15 años, y no creo que nadie considere adecuado dar una cartera a un preadolescente a medio hormonar. Aunque peor que algunos (y que algunas) no lo haría, seguro...